En estos tiempos que vivimos, muchos de nosotros sólo buscamos el bien
personal y quizás veces vemos a otr@s pasando por circunstancias difíciles y no
nos detenemos a indagar sobre su situación.
Otras veces instintivamente nos acercamos a
algunas personas con la finalidad de comparar, criticar y luego nos alejamos
sin darles un consejo, una palabra de aliento que los impulse a continuar.
Nos hemos vuelto muy veloces para encontrar
defectos en el otro y para correr hacia la meta intentando ser los únicos
ganadores.
Sería interesante que hoy mismo dediques unos minutos para meditar con respecto
a tus acciones y estoy segura que
llegaras a la conclusión, que puedes dar mucho más amor y comprensión a quienes
te rodean.
Cuando veas que alguien que se cae, no sigas corriendo, date la vuelta y
llega hasta él, abrázalo, aliéntalo, dale un beso y ayúdalo a levantarse para
que pueda llegar junto a ti a la meta, luego te darás cuenta que si llegamos
acompañad@s a la cúspide, tu
satisfacción personal y emocional será inmensa e inolvidable.
Permitamos que el amor de Dios, pueda ser derramado
fuera de nosotros y llegue a cada corazón necesitado. Sirvamos a Dios de la
forma que él desea que le sirvamos, brindando a los demás ese amor y compasión
que él nos entrega a diario.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario