Ser mediador es convertirnos en un puente, para conectar
un punto con otro, permitiendo que dos personas puedan llegar a concretar algo.
Nuestras palabras y acciones tienen la capacidad de construir puentes o
levantar muros, los seres humanos somos
constructores de puentes utilizando la inteligencia emocional.
Para lograr que los puentes funcionen debemos construirlos
con empatía, con la finalidad de generar un vínculo con el otro, colocarnos en
"el lugar de" o "en los zapatos de", e intentar comprender
lo que alguien siente en su situación. De esta manera, las personas sintonizamos
con los demás.
Un grupo, sea cual sea su tamaño, siempre se lidera
con empatía. Las personas somos seres gregarios, lo cual significa que nos
relacionamos unos con otros y nos necesitamos para funcionar bien. Por esta
razón poseemos la tendencia a ser empáticos. La solidaridad es una clara señal
de empatía. Todos, sin distinción, nacemos con la capacidad de empatizar, de
ver el mundo desde la perspectiva de otro. No obstante, es fundamental que
aprendamos a desarrollar la empatía desde niños. Mientras la empatía sea menor,
mayor será el grado de individualismo. Por el contrario, a mayor empatía, menor
será el nivel de maldad. Aquel que engaña, roba, miente y realiza cualquier
acción que dañe al otro, tiene un bajo
nivel de empatía. Si somos personas empáticas es más difícil que podamos
hacerle a alguien, lo que no nos
gustaría que nos hicieran a nosotros. Se ha comprobado que cuando una persona
aumenta su empatía, desciende su nivel de maldad y también de egocentrismo.
La empatía no sólo nos permite tener otra mirada de quienes nos rodean,
una mirada más compasiva y desinteresada, sino también nos permite soltar
algunas emociones que aveces nos generan malestar y nos conduce a ser
mediadores en situaciones de conflicto.
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