Si cada día de nuestra vida, nos detuviéramos
unos minutos a Bendecir y Agradecer todas las cosas maravillosas que tenemos,
encontraríamos que no existe una sola razón para lamentarnos acerca de lo que
no tenemos.
En ocasiones encontramos personas que a cada
situación o proyecto le recargan mil obstáculos, suelen plantearse: "Quiero tener un carro, pero la
gasolina está muy costosa, necesito bajar de peso, pero continúan comiendo
alimentos con altas calorías, quiero cambiar de empleo, pero no sé cómo serán mis compañeros de
trabajo" y así a cada situación le añaden
una queja… un constante “Si pero” e
indudablemente son las personas que vemos como atascadas en un pantano.
Son aquellas personas que si tienen pareja le
encuentran mil defectos y luego que terminan la relación, añoran que esta persona regrese. Si hay calor
se quejan pero igualmente si hay frío, también lo hacen.
A lo largo del tiempo este comportamiento se
convierte en un estilo de vida, las personas se vuelven adictas a la queja, es
un hábito que les impide la posibilidad de disfrutar y de tener un estilo de
vida saludable, de igual forma esta actitud afecta su entorno y por
consiguiente su vida familiar.
Difícilmente la persona con esta característica
es bien acogida por otros, ya que
interactuar con ésta, se hace difícil ya que nunca está complacida con su
realidad.
Las personas que viven “tras la queja” se
limitan constantemente para alcanzar sus objetivos y tienden a experimentar
situaciones reiterativas de fracasos personales.
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